viernes, 7 de diciembre de 2012

Rondas granujas con la tuna salmantina


Artículo publicado en "El Mundo" con motivo de la elección de Salamanca como 
Ciudad Europea de la Cultura
VIAJE DE FIN DE SEMANA 


La tuna es esa institución universitaria cuyos miembros, lo mismo que los chicos de la teleserie «Al salir de clase», parecen no estudiar nunca... Ese grupo de muchachotes desenfadados y abanderados en la música de guitarra tronante y trinante... Chicos, que se diría, hacen de su capa un sayo a la hora de beber y ligar a espuertas, a puerta cerrada de bar o serenata a la intemperie. 


Sonrisa «profidén» y patente de corso las suyas, cuando toca echarle tanto desparpajo «vivalavirgen» como simpatía a la vida de estudiante... Tal vez, junto a la compostelana, la tuna salmantina sea la más conocida, allende los mares y fronteras adentro. De hecho, sus orígenes se remontan al siglo XIII, tiempo de escolares «goliardos» que vagabundeaban por toda Europa, de facultad en facultad, siguiéndoles la pista a los profesores más afamados del momento. 


De «sopistas» a Tunos 
La tuna comenzó reuniendo a universitarios que, no pudiendo costearse los estudios, por falta de fortuna familiar, decidieron trovar por fondas y mesones. ¿Quién les iba a negar unas monedas o, al menos, ese plato de sopa, que beneficiaba a cualquier peregrino jacobeo? Así cosecharon su original apodo de «sopistas», laúd, guitarra, bandurria o pandereta en mano. Y si de paso, si entre copla y copla, caía alguna doncella rendida a sus pies, pues mejor que mejor... 

Las cosas, sin embargo, han cambiado y excepción hecha de menesterosas habas contadas, la tuna se mantiene, ya como institución, gracias a las ganas de juerga, viajes, romanticismo bohemio, nocturnidad y amoríos que sigue definiendo a muchos universitarios. Tipos capaces, algunos, de llegar a abuelos haciendo vida de estudiante. No en vano, aunque el código deontológico de los tunos aconseja que ahuequen el ala, al licenciarse, muchos siguen bajo su capa por los siglos de los siglos... Incluso los hay, camuflados ellos, que nunca se matricularon en facultad alguna. 

Pese a la indumentaria oscura que luce todo tuno, tuno negro se denomina al falso estudiante que de ella se sirve, sin poder exhibir banda distintiva alguna en su torso. Y ese ya es, en palabras de los propios tunos, el cara dura por antonomasia... Ejerce de tunante y rufián, pícaro y granuja, según las antiguas acepciones que el diccionario daba al término. No en vano, hasta en la actual enciclopedia Larousse se recoge la voz «tuna», como sinónimo de «vida holgazana, libre y vagabunda». 

2 comentarios:

  1. Buena introducción, como miembro de la Universitaria de Salamanca. Aseguro que lo de pícaro, tunante y rufián no está reñido con terminar la carrera y tener ser un profesional competente ;) . Es más creo que ayuda.

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    Respuestas
    1. Seguro que ayuda, ¡te lo digo yo!
      Muchas gracias por tu comentario.

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